Etapa
9. Quito-Pasto
Martes,
2 de Noviembre de 1948
La novena etapa se presentaba
como la despedida de Ecuador, y el ingreso a territorio colombiano. Esta
sería una de las más cortas de la competencia, solo 391,9
Km., pero por la topografía del camino se calculaba que en condiciones
normales se tardaría unas siete horas en completarla.
El primer tramo sería
de mucho polvo, y luego había que subir a la Cumbre Páramo
-El Ángel- a 3700 m de altitud. Después un importante descenso
hasta Pasto para finalizar. Como referencia, la ciudad de Quito se encuentra
a 2800 m. y Pasto a 2490 m. sobre el nivel del mar.
Los pilotos José Rubiol
Roca y Henry Bradley quedarían fuera de carrera sin siquiera salir
de Quito. Una lástima lo del piloto peruano, ya que era la representación
no argentina mejor ubicada en ese momento en la clasificación general
y además su Nash era el único auto que quedaba rompiendo
la hegemonía Ford-Chevrolet.
A las seis de la mañana
se daba la largada, a intervalos de un minuto. Unas 15000 personas bordeaban
el camino, dándoles la despedida a los pilotos.
Los pilotos cruzaron las
localidades de Guaillabamba, Cayambre, Espejo, Otavalo, San Antonio para
ingresar al primer control en Ibarra.
En ésta localidad, tras los primeros
100 kilómetros, Oscar había aventajado por unos 3 minutos
a Juan, que corría de escolta. Bonjanich hasta aquí quinto,
se detenía a reparar la maza de una rueda. Por el desperfecto perdería
aproximadamente una hora y unas 20 posiciones del clasificador.
En las cercanías de
Chota, el peruano Román Valta sufrió un vuelco sin consecuencias
graves, y que solo le haría perder algunos minutos.
Tras cruzar el río
Chota, se trepaba el Páramo El Angel a 200 km de Quito, Las
posiciones eran: Oscar, Juan, Marcilla y Marimón cuarto. Detrás
seguían Merino, Ataguile, López, Maineri, Tardía, García
y Orcola.
Luego en el descenso, Ricardo
López sufriría un vuelco sin graves consecuencias, pero que
temporalmente le haría extraviar los documentos de la competencia
quedando durante los primeros instantes, su clasificación de la
etapa en suspenso.
Luego de Tulcán, el
cruce de frontera mantendría prácticamente las mismas posiciones.
Oscar, cuatro minutos antes que su hermano.
Y ya en territorio colombiano,
tras cruzar Ipiales, Guachucal y Espino, se entraba al control de Túquerres.
En éste control, Oscar
seguía estirando la diferencia con su hermano. Le llevaba cinco
minutos de ventaja. El polvo que flotaba en el ambiente durante toda la
etapa, hacía que solo Oscar pudiera administrar el acelerador a
gusto, el resto tenía que mantenerse a una distancia prudente de
su predecesor dificultando extremadamente el sobrepaso.
Víctor García,
que estaba corriendo los últimos 150 kilómetros sin frenos,
entrando en Pasto de repente se encontró con público delante
de su máquina y nada pudo hacer para esquivarlos. El saldo fue de
un espectador muerto y quince heridos –cuatro de gravedad-.
En principio el piloto fue
detenido por la policía local, que tras la intervención de
Rodolfo Camero, presidente del Automóvil Club de Colombia, se comprobó
el problema mecánico del vehiculo y el piloto fue liberado inmediatamente
para no entorpecer el desarrollo de la competencia.
Al margen de la lamentable
tragedia, el público en la ciudad de Pasto fue sensacional. Unas
30 mil personas bordeaban la ruta. Tal fue el entusiasmo de la gente, que
en su fervor de querer ver más y mejor, se subían al palco
oficial donde se encontraban las autoridades y los cronometrístas.
Finalmente, la precaria construcción que no estaba preparada para
soportar tanto peso, se desplomó, y de pronto se encontraron todos
en el suelo y por suerte, sin heridos que lamentar. Hay que tener en cuenta,
que ningún piloto colombiano había largado la competencia
e igualmente, el público se mostraba muy entusiasmado con ella,
gracias al despliegue brindado por la prensa colombiana.
Oscar finalmente le sacaría
unos ocho minutos a su hermano, mientras que la sorpresa de la etapa sería
el cuarto lugar obtenido por Salvador Ataguile.
Marimón aclararía
luego que en esta etapa salió a cuidar el auto, por eso no forzó
en ningún momento la marcha y Angel Pascuali justificaría
su tiempo moderado; diría que aun no había podido recuperar
su automóvil del choque en las calles de Guayaquil, y que prácticamente
había realizado el tramo completo sin frenos.
Destacando lujos propios
de Colombia. Fue notable la organización local. En el territorio
colombiano, el ejército desplegó tropas y ambulancias a lo
largo de la ruta para asistir, en caso de ser necesario, a algún
piloto accidentado. Además se encargó de mantener despejada
la ruta de posibles transeúntes para evitar accidentes. Obviamente,
que en la gran concentración del publico en Pasto, nada se podía
hacer para evitar un accidente como el de Víctor García.
Por otro lado, se reforzaban
puentes, se mejoraban las condiciones del camino… Todo, para que los competidores
pudieran realizar a plena velocidad, su recorrido por los caminos colombianos.
Ese mismo día, la
prensa informaba que había sido fletado un avión con rumbo
a Lima, para mejorar la situación financiera de los pilotos que
habían abandonado y se encontraban varados en esa ciudad. Todos
esos pilotos tenían sus fondos depositados en “banco volante” que
habilitó el Automóvil Club Argentino y en esos momentos,
se encontraba estacionado en Venezuela.
UTaC
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