La epopeya sudamericana.
Quizás, el poema más
grande del automovilismo sudamericano haya sido –y seguirá siendo
por siempre- el Gran Premio América del Sur. Un viaje atravesando
–por orden alfabético- los países de Argentina, Bolivia,
Chile, Colombia, Ecuador, Perú y Venezuela.
Rutas asfaltadas mezcladas
con caminos de tierra, y hasta senderos que jamás habían
sido transitados por automóviles. Llanos a nivel del mar entremezclados
con altiplanos en alturas de más de 4000 metros. Esta era la topografía
que unía a pueblos desconocidos con las metrópolis sudamericanas.
La historia se inicia con
un viejo sueño del señor Carlos P. Anesi, -Vicepresidente
1° del ACA y Secretario General del Congreso Argentino de Vialidad-
cuando 10 años antes había escrito una hermosa obra titulada
“La ruta Panamericana”. Anesi pretendía con esta obra concienciar
al público que un hombre común, sobre un automóvil
común, podía viajar desde Buenos Aires a Nueva York.
La línea de la obra
se dedicaba a distintas propuestas muy bien proyectadas diseñando
una ruta internacional para realizar éste trayecto.
La obra concluiría
con el mismo Anesi, realizando una travesía desde Caracas a Buenos
Aires, con ilustraciones y fotografías del viaje. La obra titulada
“La Carretera Panamericana” y fue publicada en 1938.
De ahí se creó
la meta de realizar una competencia por el trazado diagramado por Anesi
para probar que este viaje era posible. El primer ensayo fue el Gran Premio
Internacional del Norte, corrido en el año 1940. Partiendo desde
Buenos Aires hasta Lima y el regreso. En el año 1942 se iba a realizar
la competencia desde Caracas, pero la racionalización y una guerra
limítrofe entre Perú y Ecuador hizo que la carrera no se
pudiera concretar. –La historia cuenta, que el señor Anesi hasta
intentó gestionar diplomáticamente una tregua entre los países
para que la carrera se llevara adelante, pero de más esta decir
que fracasó-.
Tuvieron que pasar 6 años
hasta que la idea de la competencia a Nueva York volviera a ser algo posible.
Durante todo 1947 y 1948, se vuelve a estudiar las posibilidades y se concreta
una fecha de largada, invitando a los automóviles clubes sudamericanos
a trabajar en conjunto.
Se descarta realizar un
nuevo trayecto por caminos brasileños ya que según informaba
las autoridades de aquél país, no estaba en condiciones de
garantizar el apoyo a los participantes.
Originalmente, el trayecto
de la carrera partía desde Caracas, atravesaba Colombia, Ecuador,
Perú, Bolivia, Chile para finalizar en Argentina –ya que lo usual
indica que la llegada se realiza en el país organizador- pero sobre
la marcha se decidió invertir el diagrama por motivos económicos
y agregar un regreso independiente desde Lima.
Estadísticamente,
la mayoría de las deserciones se producían en las primeras
etapas y un gran porcentaje de los pilotos inscriptos eran argentinos o
vivían en el país. Si un piloto sufría un problema
irreparable en el viaje de ida tenía dos opciones. Regresar a su
ciudad o dirigirse a la ciudad de Lima para esperar la competencia de regreso
a Buenos Aires.
Dentro del marco económico,
otro argumento que impulsó el cambio del recorrido, fue que partiendo
desde Caracas había que desplazar por barco gran cantidad de máquinas
y esto aumentaba los costes de los pilotos por su viaje y estadía
obligada en el extranjero.
Para premiar los competidores
se subdividían la competencia total en tres trofeos. El primero,
- Trofeo Manuel Belgrano- , se disputaba entre Buenos Aires y la Quiaca.
El segundo, - Trofeo Simón Bolívar - se disputaría
entre Villazon y Caracas. El tercer trofeo sería bautizado como
-General San Martín-, para el trayecto de regreso entre Lima y Buenos
Aires.
Igualmente en la práctica,
eran dos carreras separadas: La ida a Caracas, y el regreso desde Lima.
Los pilotos inscriptos para
la competencia fueron 141 entre los que se destacaban además de
los argentinos, peruanos, chilenos, uruguayos, venezolanos, bolivianos,
italianos, españoles y hasta un portugués.
“La Caracas” fue una competencia
que unió al continente como ninguna gestión diplomática
fue capaz de lograr. La "gran carrera", demostró muchas realidades,
muchas diferencias. Pero por sobre todo, que era posible que países
tan distantes se puedan unir en pos de un objetivo común y sin los
medios de comunicación adecuados como los de hoy.
Esta carrera, prácticamente
olvidada en su esencia y poco homenajeada fuera del ámbito automovilístico,
es un símbolo del esfuerzo sudamericano para la integración
continental que hoy, con todos los adelantos tecnológicos, parece
más lejano que nunca.
UTaC
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