de
ALBI
ET SES GRANDS PRIX 1928-1960
por Bernard Pelissier
CAPITULO
XVI
1950
(Solo la sección
correspondiente a la carrera de F1)
Dieciséis coches se
presentan en la parrilla de salida para disputar la primera manga del Gran
Premio de Fórmula 1. La salida se da a las 15 horas y enseguida
Fangio toma el mando por delante de Farina y Ascari. A trescientos metros
de la salida Philippe Etancelin es golpeado en plena frente por una piedra
proyectada por las ruedas de la Ferrari de Villoresi que le precede. A
pesar del dolor, el valeroso piloto termina la primera vuelta y se detienen
en su box con la cara cubierta de sangre. Llevado inmediatamente a la enfermería
del circuito, el medido emite un diagnóstico leve, contusión
sin gravedad. La primera manga de todas formas ha terminado para él
y el célebre Phi-Phi asiste a la prueba como espectador.
Las tres primeras vueltas
transcurren sin cambios pero en la cuarta Ascari adelanta a Farina mientras
Fangio sigue aumentando su ventaja. En el siguiente giro González
con los neumáticos traseros de su maserati completamente degradados
tiene que detenerse en su box para cambiarlo. En ese instante Bira rompe
el puente de su monoplaza en Pratviel y abandona en la recta de Montplaisir.
En la séptima vuelta
Farina se detiene en el box con problemas en el encendido. Es ya mitad
de carrera cuando Villoresi debe abandonar por la misma razón. Giuseppe
Farina, más afortunado consigue volver a pista aun perdiendo algunos
preciosos minutos.
Mientras tanto, Ascari marca
la vuelta rápida pero Fangio, sintiendo el peligro, fuerza la marcha
y bate a su vez el récord a más de 171 km/h de media.
Cumplidos dos tercios de
la prueba, la mala suerte continúa, esta vez para Alberto Ascari:
se detiene y abandona por una avería del motor. El líder,
desembarazado de su principal rival se desentiende del duelo que se desarrolla
ya lejos tras él por la segunda plaza. Desde algunas vueltas antes
hay una disputa cerrada entre Sommer y Rosier que les permite ir reduciendo
su desventaja de 55 a 45 segundos a tres vueltas del final.
Penúltima vuelta.
Juan Manuel Fangio parece estar en dificultades que no pasan desapercibidas
para Sommer que marcha en segunda posición y fuerza la velocidad
de su Talbot recuperando poco a poco la desventaja sobre el argentino.
Tras el viraje de Montplaisir, a aproximadamente dos kilómetros
de la llegada, una nube de humo escapa de la Maserati que ralentiza
enormemente. A trescientos metros del final Sommer está a la altura
del lider, enfilan la meta rueda con rueda en un emocionante final en el
que Sommer finalmente resulta vencedor por apenas unos metros de ventaja
sobre su rival y amigo.
El entusiasmo general se
interrumpe por los gritos sobresaltados del público cuando , con
los neumáticos manchados de aceite Sommer no puede evitar
un trompo que envía su coche contra unas balas de paja. Un fotógrafo
aficionado subido a estas últimas es proyectado por el choque y
cae desvanecido en medio de la pista. Raymond, “el sentimental”, queda
en su carlinga postrado sobre el volante creyendo haber matado a un inocente.
Apenas un minuto después los organizadores se le acercan con la
buena noticia de que el fotógrafo imprudente ha vuelto en sí
y apenas tiene algunas contusiones. Puede entonces saborear su victoria
en un abrazo con su amigo Fangio, con quien al final va a terminar compartiendo
la mala suerte. Ninguno de los dos podrá participar en la segunda
manga: La talbot presenta el tren delantero fundido y la maserati
el motor irrecuperable.
Muy deportivamente,
Etancelin le ofrece su coche a Sommer y González la suya a Fangio.
No pudiendose beneficiar de ninguna clasificación en la manga precedente
del coche de Etancelin, Sommer declina la oferta de su compatriota. Fangio,
por su lado, termina haciendo lo mismo al no querer privar a Gonzalez de
la ventaja adquirida durante la primera carrera que acababa de desarrollarse.
Unidos en la adversidad, Fangio y Sommer van a limitarse a ser espectadores
de cuanto acontezca en la segunda manga que de hecho, solo contará
con 11 autos en la salida.
Cuando baja la bandera Gonzalez
se lanza unos metros por delante de Rosier y Ascari. Etancelin, que salía
en última posición, es ya séptimo al final de la primera
vuelta. Está decidido a jugar fuerte para conseguir una buena clasificación.
En la cuarta vuelta, González se ve obligado a parar un instante
en Saint Juery para limpiar sus anteojos, completamente opacos por las
proyecciones de aceite lo que aprovecha Rosier para arrebatarle el liderazgo.
Etancelin, desencadenado al volante de su talbot que responde magníficamente,
tras haber adelantado a Levegh, pasa a Trintignant en la zona de Montplaisir
y se coloca en quinta posición. Mientras tanto Ascari tiene problemas
con su Ferrari y entra en boxes. Tras un éxamen con el alma en vilo
los mecánicos empujan el coche hasta el parque cerrado: se terminó
para él. En el ardor de la carrera, habiendo ganado una plaza más
y queriendo hacerlo todavía mejor, Philippe Etancelin aborda
demasiado rápido la curva que da entrada a las tribunas, se marca
un recto marchandose por la escapatoria que conduce a Albi. Cuando logra
volver a pista es otra vez sexto pero no se desanima.
En cabeza, Rosier conduce
tranquilamente preocupandose solo de sus asuntos pero Gonzalez apura y
se le aproxima poco a poco. Farina, tercero con su Maserati y Lebegh, cuarto
con Talbot, marchan en lucha cerrada rueda con rueda pero ya a tres minutos
del lider.
En la décima
vuelta González consigue ponerse a rueda de Rosier y en el descenso
de La Renaudié se apodera del primer lugar. Dos vueltas después,
que ha tenido que parar en boxes, se ve obligado a abandonar por la rotura
de un resorte de válvula.
Continuando con su
marcha triunfal, González dobla al suizo de Graffenried en Pratviel
tras haberlo hecho por segunda vez con Claes en la entrada de Saint-Juery.
El público entusiasta ovaciona su demostración, ya que se
encuentra en todo momento informado de manera excelente por el speaker
Jo Maraval.
A pesar de la buena
velocidad de la pequeña Simca-Gordini y a pesar del talento de Maurice
Trintignant, Pierre Levegh y su talbot los adelantan justo delante de las
tribunas apropiandose de la cuarta posición a dos vueltas del final.
Termina la carrera.
González pasa primero la línea de llegada por delante de
un brillante Rosier, segundo. Realizados los cálculos, en la clasificación
general Rosier es el brillante vencedor delante de Froilán González
y y Maurice Trintignant. Tras la Marsellesa, escuchada religiosamente,
la multitud se disgrega alegremente poniendo punto final a esta gran manifestación.
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