Ahora es otra danza. Por un tiempo no se habla de rutas. La atención y la expectativa se concentran en las máquinas especiales. Han quedado aquietadas las "Coupe" de los caminos y el comentario se orienta a las Maserati y los Alfa Romeo. Vuelven Varzi, Villoresi, Palmieri, Plate, Raph, el brasileño Francisco Landi y el actual campeón de Europa: Jean Pierre Wimillie. Algunos de los citados son bien conocidos como los dos primeros. A la vez se sabe que Wimillie figura en el pequeño núcleo de Francia en los 1928 y 1929, en 1936 volvió a darse el gusto de llevar a la Bugatti a la victoria. Tiene dos triunfos en las 24 horas de Le Mans en los años 1937 y 1939, fue segundo de Tazio Nuvolari en la pista norteamericana en la que se disputa la copa Vanderbilt y ha ganado en la ultima temporada el titulo que luce. Esos dos últimos triunfos fueron  logrados con el famoso Alfa Romeo de 1500 cc., el de la serie 158, marca que domina en todos los escenarios del viejo mundo y que en la mencionada competencia de Spa los cuatro se colocaron en orden: Wimille, Sanesi, Varzi y Trossi... No será de la partida Tazio Novolari. El viejo maestro, la emoción de la curva, padece una afección que le impide correr, por lo menos por ahora. Nos hubiera gustado verlo y aunque aceptáramos que ya no fuera vencedor, nos habríamos conformado con saber que Tazio es algo tangible. Como dicen los pibes ante un crack de fútbol, "lo toque y “todo”, así habrían dicho millares de aficionados que desde lejanos tiempos han venido leyendo las más emotivas narraciones acerca de las performances de Nuvolari. Como figura, pues, de relieve y que no hemos visto esta la de Jean Pierre Wimille quien compone, en unión con Villoresi y Varzi, un terceto de capacidad indiscutible.
A ellos se unen los ya citados y los nuestros, que están mas firmes que la temporada anterior en que volvían a las carreras luego de una larga relache y algunos, en escenarios o máquinas que  no les eran familiares, cuando no en ambas cosas. Tal fue el caso de Oscar Alfredo Gálvez. El pujante Pesatti había ido mejorando sensiblemente en sus prestaciones y si bien Juan Gálvez tuvo que renunciar a proseguir con su viejo Alfa, lo cierto es que con la 3200 hizo la experiencia que buscaba. Parece muy posible que ahora tenga otra máquina, como también veremos a Juan Manuel Fangio sobre una especial, cosa que ha de ser el agrado de todos los aficionados.

No es el caso de hacer vaticinios en momentos en que no se sabe con exactitud la capacidad de las máquinas y como habrán de repartirse. Lo cierto es que cuando Varzi abandono nuestro país en la temporada anterior nos dijo que estaba asombrado de los coches aquí hallados, pues no suponía que los mecánicos argentinos los hubieran mantenido en tan perfectas condiciones. Por ello, aseguro que en la temporada próxima (que es la actual) vendrían muy bien equipados. La esperanza de Varzi consistía en que la Alfa Romeo le facilitara una de las 158, pero no lo consiguió. No obstante, ha de venir muy bien montado. A su vez, Villoresi traerá una Maserati, pero a la que se le aplico doble compresor, que le aumenta la potencia, aproximadamente en 20 HP. En cuanto a Wimille, al momento de escribir nosotros se dice que viene con un Alfa bimotor. De Varzi supimos, ya hace tiempo, que estaba volcando toda su larga experiencia sobre una Maserati de litro y medio de 16 válvulas a la que le introdujo innovaciones fundamentales.

Publicado en el libro "Historia de una pasión" de Alfredo Parga, Editorial Atlantida-Isaura (C)1992

La experiencia del A.C.A. como organizador de carreras internacionales lograda durante la Temporada de 1947 y el éxito de público obtenido en las carreras que la conformaban decidió a sus directivos a reiterar en 1948 la serie de pruebas de autos Especiales que tanto entusiasmo habían despertado en el país y en el exterior. Aunque la organización de las carreras del ´47 había sido muy buena, los especialistas comandados por Francisco Borgonovo decidieron incluir un importante cambio en la programación al reemplazar el circuito de Retiro por otro que reprodujera más exactamente el tipo de pistas que se estaban utilizando en Europa. Para llevar adelante la idea se encontró en la zona de los Lagos de Palermo, al norte de la ciudad de Buenos Aires, un recorrido interesante y apto para convertirlo en circuito. 

El trazado contaba con una veloz recta frente a los filtros de Obras Sanitarias de la Nación y el Club Gimnasia y Esgrima de Buenos Aires, una serie de curvas dentro del bosque que rodeaba al lago y un empalme de ida y vuelta sobre el boulevard de la Avenida Dorrego. También se competiría por primera vez en Mar del Plata sobre un interesante circuito diseñado entre el Cabo Corrientes y El Torreón con una extensa zona que bordeaba el mar y otra por el Boulevard Marítimo que le otorgaba al circuito dos niveles o planos con subidas y bajadas. Por último se decidió reiterar el circuito del Parque de la Independencia de Rosario que había sido juzgado apto por los pilotos que habían corrido el año anterior. Otra de las novedades fue que no se permitiría la participación de autos de fórmulas nacionales en las carreras centrales, práctica ésta que se había contemplado el año anterior. En la presencia extranjera el A.C.A. había trabajado con tiempo y en la nómina de los pilotos invitados y contratados se hallaban los grandes ases europeos del momento. Giuseppe Farina, Enrico Platé y Ruggieri se habían inscriptos con las Maserati tres litros de la Scudería Milano; Juan Manuel Fangio y George Raph participarían con las Maserati 4CLT47-1500 del equipo de la Napthra Course; "Gigi" Villoresi disponía de una Maserati litro y medio con cuatro válvulas por cilindro y Jean Pierre Wimille, "Chico" Landi y Achille Varzi se presentarían a largar la Temporada con sus Alfa Romeo. 

El de Varzi estaba equipado con un motor de cuatro litros y medio. Entre los argentinos destacados, además de Fangio, se encontraban anotados Pesatti y Brizzio con Alfa Romeo y Fernández, Puopolo, Rosa y Fortunati Firpo con Maserati. El auto que inscribiera Pascual Puopolo era la Maserati tres litros con la que Raúl Riganti había corrido en Indianápolis. El uruguayo Eitel Cantoni sería de la pártida sobre una Maserati mil quinientos. Todo hacía presumir la reiteración de la lucha del año anterior entre Varzi y Villoresi. Algunos entendidos le adjudicaban chances a Farina y pocos le veían posibilidades de ganar al francés Wimille o al brasileño Landi. 

La primera prueba porteña se convirtió en una gran atracción para el público que se instaló en multitud junto al circuito desde los días de entrenamientos durante la semana previa. En la carrera, el simpático Villoresi lograría cruzar vencedor la meta del circuito de 4.865 metros del circuito de Palermo. Detrás suyo, llegó el brasileño Landi quien en varias ocasiones intentó superar la línea de marcha del italiano pero sin poder llegar a cumplir su deseo. En el tercer puesto se ubica el argentino Fernández con una Maserati 6M pero a una vuelta del ganador. Cuarto llega el italiano Ruggeri con su Maserati pero a dos vueltas del ganador. 

Por gentileza de Jorge Augé Bacqué y Automóvil Sport.