Intentando sacar
ventaja...
El 13 de diciembre de 1936
se corre el Premio Ciudad de González Cháves, una competencia
para vehículos estándar fabricados hasta el año 1930
de 4 o 6 cilindros. Fangio consigue prestado gracias a su amigo Leonardo
Yalea, un Ford “A” preparado para viajar muy rápido.
El circuito era de tierra
y con una cuerda de 13.700 metros, a recorrer durante 20 vueltas para totalizar
274 km.
Fangio llega al circuito
tarde, cuando ya habían largado. Se mete igual en la pista con una
vuelta perdida. La gente confundida creía que estaba primero. Lo
retiran. "Con toda la razón del mundo" recordaba Fangio.
Algunos afirman que Fangio
largó la primera etapa y que termino 3° antes de que lo desclasificaran
en la final -incluso que el mismo Fangio lo afirmo en algún medio
periodístico de Balcarce-, pero seguramente Fangio realizo esta
declaración para justificar el error ante su gente.
El hermano del chueco, Toto
Fangio, recuerda en el libro de Roberto Carozzo (*):
Juan había preparado
muy bien el auto para esa carrera y le había hecho una pequeña
trampita. La cuento porque todos pasan alguna vez por eso y también
porque de ella concluimos que no sacamos ninguna ventaja... Como en Juárez
se había quedado sin aceite, Juan había inventado, con José
Duffard, un sistema para poder echarle dos litros de aceite al motor en
plena competencia. Como el circuito de tierra era grande y no había
gente a lo largo de todo el trazado, donde no había público
iban a cargar aceite y luego tirar el sistema de llenado. Entonces, como
era una cosa que había que mantener en secreto, se esperó
hasta el último momento para ir al circuito. José Duffard
le comentó: “¡Mira, Juan, cómo vienen los Ford-T!”,
porque había una carrera de esa categoría antes de la de
Ford-A. Pero cuando los autos estuvieron más cerca vieron que eran
los coches de su categoría, que ya habían largado... Juan
pensó qué iban a decir en el pueblo si se enteraban que habían
llegado tarde a una carrera, así que no lo pensó dos veces.
A pesar de que lo quisieron atajar, él se largó detrás.
Igual lo pararon luego y sacaron de carrera. La desesperación nuestra
era grande. Entonces, al ver que venía una tormenta muy grande,
en vos alta, dije: -¡Dios quiera que se suspenda la carrera!
-¡Esta carrera
no se suspende aunque llueva! –me contestaron.
La respuesta fue de una
autoridad de la carrera, que estaba a nuestras espaldas... Y a las tres
o cuatro vueltas vino como un tornado y volaron los papeles, las planillas
de fiscalización, todo, y la carrera se suspendió. El tipo
ése me andaba buscando después... La vergüenza es que
uno, ya en aquel tiempo, pensaba en el pueblo. ¿Qué van a
decir los amigos, la gente? ¡Que llegamos tarde a una carrera! Y
todo por ese invento que Juan no quería que se lo viese nadie para
que no hubiese alguno que dijera: “No, que va ‘muleando’”. Porque en ese
tiempo la categoría era estándar, estándar. A lo mejor
no le hubieran dicho nada, pero ya no era una cosa bien hecha. Esa fue
una gran lección para nosotros. Después de esa aventura ya
no quisimos ninguna otra y comenzamos a preparar los autos como decían
los reglamentos.
UTaC
Team.
(*) Extracto de "Cuando
el hombre es más que el mito", de Fangio y Carozzo). |