La clasificación final: Moss (Maserati), Fangio-Collins (Ferrari), Behra (Maserati), Castellotti-Fangio (Ferrari), Da Silva Ramos (Gordini).

Moss de esta manera consigue la primer victoria de la Maserati 250F después de casi dos años.
La última victoria en F1 de este automóvil había sido en manos de Fangio el 20 de Junio de 1954 en el Gran Premio de Bélgica, días antes de que Fangio comience a competir para el equipo Mercedes Benz.
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UTaC Team.

Con toda seguridad el 13 de mayo de 1956 no fue el día de Juan Manuel Fangio; una fecha que tal vez no le importaría olvidar aunque le valiese luego para conseguir su cuarto título de Campeón del Mundo. Una cosa si que no puede discutirse a la actuación del gran argentino durante el 14º Gran Premio de Mónaco: no dejó que el público se aburriera.
Esta temporada, Fangio pilota bajo el emblema del cavallino rampante. Su montura es la última versión de la Ferrari-Lancia y tiene por coequipiers, obligados por contrato a ser solidarios, Luigi Musso, Eugenio Castelloti y Peter Collins. Stirling Moss, su partenair el año anterior en la Mercedes ha sido promovido a nº1 de Maserati. La rivalidad entre los dos adversarios y sin embargo amigos es como gasolina vertida en el fuego de la lucha fratricida italiana entre la escudería de Módena y la de Maranello.
Igualmente a los mandos de una Maserati como la de Moss, Jean Behra y Cesare Perdisa. Amadeo Gordini, siempre con el hándicap del estado crónico de su tesorería, participa por última vez con coches confiados a Hernando da Silva Ramos, Elie Bayol, André Pilette y Robert Manzón. 
Cuatro bólidos enarbolan el estandarte del British Racing Green: dos Vanwall para Harry Schell y Maurice Trintignant y las dos BRM de la Owen Racing Organization confiadas a Tony brooks y Mike Hawthorn. Tras los ensayos desaparecen rápidamente en sus camiones porque los hombres de Bourne no ha podido solucionar sus problemas de motor. De esa forma, solo se ven alineadas para la salida 14 monoplazas. Solo 16 habían sido admitidas para la carrera por motivos de seguridad, debido a los accidentes del año anterior. Por el mismo motivo la Chicane se ha vuelto más estrecha, lo que cuesta dos segundos por vuelta.
Sin embargo, la carrera comienza con un nuevo accidente iniciado por Fangio, autor de una salvaje derrapada a la salida de Santa Devota. Las víctimas son Muso y Schell que aterrizan en las balas de paja mientras que Castelloti, Behra y Collins consiguen zafarse sanos y salvos.
Desde la quinta plaza Fangio reparte a la caza de Moss que comanda la prueba. Es ya segundo cuando en la vueta 32, a la salida del Estanco de Tabaco sufre un nuevo golpe y tuerce una rueda.
En la vuelta 40 la Ferrari nº20 entra en Boxes renqueando. El piloto desciende y desaparece como si se hubiera evaporado. Mientras tanto el director Eraldo Sculati hacer reparar como se puede el coche que confía a Castelloti, quien había tenido que abandonar el suyo por una avería en la caja de cambios.
Cuando Fangio reaparece Sculati ordena a Collins que entre en boxes y ceda su asiento al argentino. Este se ha recuperado y no se sabe bien cómo, se pone enseguida al volante con la brillantez habitual.
Mientras tanto, Stirling Moss hace su carrera aparte, dominando a sus adversarios de punta a cabo aunque, finalizando la carrera, llega a verse implicado en una colisión con Perdisa. En ese tiempo, Fangio pilota desencadenado por la ciudad y en 46 giros se aproxima hasta solo seis segundos del británico, firmando todavía el mejor tiempo del día en la última vuelta. El mito del más grande se acrecienta igualmente con este tipo de hazañas.