Encontrando
un trébol de cuatro hojas.
Rodeado de polémicas
en torno al ingreso de Fangio al equipo Alfa Romeo, se acerca el 16 de
abril de 1950, fecha que según los organizadores del Gran Premio
de San Remo, la casa del trébol regresaría a las competencias
luego de su impasse del año 1949.
Por un lado, Fangio le pedía
libertad de acción en el contrato a Alfa en las carreras que el
equipo no intervenga, una libertad que a propósito, los italianos
no le querían brindar. Por el lado periodístico, la prensa
local estaba completamente en desacuerdo con el ingreso del piloto argentino
a la marca de bandera italiana. Querían pilotos italianos conduciendo
sus mejores máquinas y presionaban al equipo desde las redacciones.
Italia tenía un excelente grupo de pilotos en ese entonces y pujaban
para que el puesto sean de ellos.
Para complicar más
las cosas, el 19 de Marzo Giusepe Farina, -el único piloto confirmado
de la casa del trébol- sufre un accidente en el Grand Prix de Marsella,
donde sufre una fractura de clavícula y no se sabe a ciencia cierta
si estará disponible para éste Gran Premio.
Los días previos a
la carrera se tornaron algo turbios. Alfa por un lado quería cancelar
su presentación, pero los organizadores presionaban al equipo por
toda la publicidad desplegada.
A San Remo, Alfa lleva dos
158. Uno para Farina y otro para Fangio, aunque todavía no había
contrato firmado con el argentino. Farina desiste de manejar por las molestias,
y los ingenieros de Alfa comienzan a pensar en retirarse antes de la práctica.
A Fangio no le tenían absoluta confianza, y eso sumado a que nunca
había conducido un Alfetta.
Para peor, sale a practicar
por primera vez bajo un fuerte chaparrón y con ruedas sin ancorizar
–canales transversales hechos a mano para mejorar su tracción en
piso mojado-, y el chueco para cuidar la máquina y no hacer un papelón,
se cuida en extremo y hace un tiempo mediocre.
Ni bien se bajo del vehiculo,
Fangio noto las caras largas de los ingenieros. Ahí cuenta que se
acerco y les dijo: –Miren, ustedes no tienen nada que perder. Yo soy
un desconocido, y si pierdo, pierde Fangio… Si gano, gana Alfa Romeo.
Eso los convenció.
Las ruedas aconrizadas llegarían
recién para el domingo antes de la carrera y Fangio no tendría
oportunidad de probarlas.
En la largada se pasa de
vueltas y se queda patinando mientras el resto del pelotón avanza
sin mayores problemas… No era fácil conducir un auto potente por
primera vez, con ruedas desconocidas y con piso mojado. A la primera curva
llega en quinta posición, y a partir de ahí comienza a mejorar
la performance en cada vuelta. Comienza a “cazar” uno a uno a los
pilotos que iban adelante, hasta que en la decimotercera vuelta consigue
superar a Ascari, que estaba hasta ese momento en la punta.
Fangio no lograra escapar
fácilmente, y el piloto italiano le mantendría la pisada
durante muchas vueltas, hasta que termina estrellando su Ferrari contra
un árbol en la vuelta 33.
A partir de ahí,
Villoresi que estaba tercero, comienza un suave ataque al argentino, -logrando
el record de vuelta- pero Fangio con la ventaja acumulada, decide no arriesgar
su futuro y regula la marcha hasta el final.
Le contó Fangio a
Roberto Carozzo en Cuando el Hombre es más
que el mito:
...-Cuando la carrera
terminó, se me acerco el Ingeniero Giachino Colombo –que
había diseñando el primer Alfetta 158 en 1937- y me pregunto
si le habían puesto un cambio automático...
Claro, era tal la suavidad
y el cuidado con que el argentino trataba al Alfetta, que parecía
que llevaba una caja automática.
...-Llegamos al Hotel
y se mostraron apurados por terminar el contrato, querían discutirlo:
“traigan el contrato”, les dije. Todos respondieron si, al unísono
y fueron hacia el portafolios donde estaban guardados el original y las
copias. El ingeniero Alessio –Director de Alfa-, deposito los papeles frente
a mí. -¿Dónde tengo que firmar? pregunté, -Pero
es que todavía no hemos escuchado cuanto quiere ganar –se disculpó.
-Se hizo un silencio
donde, si el pensamiento hiciese ruido al trabajar, nos hubiéramos
quedado todos sordos… Los miré a los ojos un instante, tomé
la pluma con la mayor firmeza que me permitía ese instante trascendente
en mi vida, estampé la firma. Aparté el contrato hacia quienes
estaban frente a mí y les dije: -Ahora, llénenlo como quieran…
Los ceros los ponen ustedes.
- Se quedaron perplejos.
Les había firmado en blanco. Es que ellos no comprendían
que para mí ése era uno de los mejores momentos de mi vida.
Se me daba la oportunidad de sentarme en el mejor auto de Grand Prix que
había en el mundo y se me prefería a algún otro piloto
italiano…
Fue una carrera caracterizada
por las deserciones por problemas mecánicos. Solo llegaron 6 de
los 20 participantes.
Las posiciones finales fueron:
Primero Fangio, segundo Villoresi a más de un minuto y tercero Pián,
que con una Maserati 4CLT del equipo argentino quedo a dos vueltas de Fangio.
UTaC
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