Gran Premio de Cuba 1958, Crónicas de un secuestro (Por Jorge Ferreccio, UTaC Team.) <Biografia>

 
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El Secuestro de Fangio
Por Félix Luis Vieyra, periodista cubano.
Revista MD, Abril 1997
 
Afiche pelicula Version argentina
Aquella noche del 23 de febrero de 1957, el gran corredor de automóviles argentino, Juan Manuel Fangio, estaba lejos de imaginar que su visita a Cuba daría un vuelco de lo deportivo a lo político. Esta es la crónica de un golpe maestro a la dictadura de Fulgencio Batista.

Vivían los cubanos tiempos de definición. La isla entera, pero La Habana más que el resto, era un hervidero conspirativo y a la vez campo para las más ácidas controversias. Había tomado fuerza un movimiento insurreccional que mediante grupos de acción y sabotaje diezmaba la tiranía de Fulgencio Batista, tanto en las montañas del oriente del país como en las ciudades. La represión policial aumentaba a tal punto que la atmósfera citadina resultaba prácticamente irrespirable. La muerte y la tortura por parte de las fuerzas gubernamentales se multiplicaban como nunca antes en la historia de la isla.
Cansados de la demagogia tradicional, una gran mayoría de cubanos apoyaba el Movimiento 26 de julio (M-26-7), cuyo modelo fundamental procedía de los jóvenes que cinco años atrás -justamente un 26 de julio- habían asaltado el cuartel Moncada en la oriental ciudad de Santiago de Cuba. 
Por idea propia del dictador Batista habían sido organizadas unas carreras de automóviles para el 24 de febrero; se trataba de conmemorar el Grito de Baire y  recordar la independencia de Cuba en 1895.
El propósito primordial consistía en proyectar una imagen de tranquilidad en el país y extenderla hacia la opinión pública internacional. La atracción principal sería el gran piloto argentino Juan Manuel Fangio, quien gozaba de suma popularidad en muchas latitudes.
Habría que añadir que Juan Manuel era figura renombrada en Cuba que, por ejemplo, entre los niños aquel que se destacase corriendo (así fuera en el béisbol, deporte nacional) era llamado "Fangio". Lo mismo ocurría cuando alguien -niño o adulto- desplegaba una velocidad impresionante frente a cualquier contingencia. O solía expresarse "éste se cree Fangio" cuando un conductor pasa guiando su carro a más velocidad de la debida.
De modo que el tirano Batista y su séquito habían tomado sus precauciones y se aseguraban un show que, al menos, daría una sensación de seguridad y tranquilidad, la idea de que "aquí no está pasando nada"; al mismo tiempo, la población podría convertirse en anfitriona de uno de sus personajes admirados.

Afiche pelicula Version española
A las 8:45 de la noche del 23 de febrero de 1957, Juan Manuel Fangio y sus acompañantes transitaban lentamente por el vestíbulo del hotel Lincoln, donde se hallaban hospedados. Observaría Fangio los maceteros adornados con palmitas de areca, el ruidoso ir y venir de los isleños a través de vestíbulo. Aún era invierno, una noche más bien calurosa que lo haría buscar puntos de comparación con los diversos climas por él conocidos. Ni remotamente podía imaginarse que cinco minutos más tarde participaría, imprevistamente, en una de las experiencias más singulares de su vida.
Ignorante se hallaba el famoso piloto de que su presencia, así como las actividades que llevaría a cabo y todos los movimientos que realizara, eran seguidos por los miembros M-26-7, que en la capital se hallaban bajo las órdenes de Faustino Pérez, destacado combatiente que luego del triunfo revolucionario ocuparía importantes cargos, entre ellos el de presidente de la Asamblea Nacional.
Los combatientes habían elaborado diversos planes que posteriormente desecharían. La figura de Fangio era también muy querida por ellos y el propósito era revertir los objetivos de la dictadura batistiana: lograr que la visita del argentino trajese frutos para el movimiento revolucionario en lugar de rendir dividendos al oprobioso gobierno que la había ideado.
De este modo, en el ánimo de los futuros secuestradores no está el que el corredor sufriera daños físicos ni psíquicos. Así rechazaron, entre otras posibilidades, abordarlo a la salida de un programa de televisión y luego en un cóctel en Hotel Nacional. También pasadas varias reuniones, apartaron la idea de ejecutar el secuestro cuando Fangio, en la madrugada, practicaba el recorrido en su auto a lo largo del malecón habanero.

Los comandos en acción

A las 8:50 de aquella noche de febrero de 1958 Fangio se vió encañonado de súbito por una pistola. De primer golpe, tanto él como sus acompañantes pensaron que se trataba de una broma. Por más que los tres miembros del M-26-7 encargados de la operación trataron de pasar inadvertidos, se creó un leve murmullo entre los presentes. Finalmente el corredor y sus acompañantes quedaron pasmados y, aun cuando Fangio pareció indeciso, posteriormente se sometió pacíficamente para seguir a sus captores, quienes se unirían con él al resto del comando que aguardaba afuera.

Caricatura publicada en el periodico colombiano El Tiempo el 26-02-1958
-Fidel Castro: Espero que mi servicio lo haya dejado satisfecho...
Colección Jorge Salgado Uribe
Alejándose del centro La Habana pensaría el piloto argentino cual era el propósito de aquellos hombres que lo trasladaban en auto por la avenida del Malecón, por él tan conocida. Adentrábase el automóvil en el oeste -escoltado por delante y por detrás por otros que participaban de la operación- y el diálogo sería consolador de parte de los secuestradores. Sin embargo, ¡Cómo sería posible instarlo a la calma, a la ecuanimidad en tales circunstancias? Lo cierto era que solamente había viajado a Cuba para ejercer lo que sabía: jugarse la vida conduciendo un coche de carrera. De ningún modo se trataba de arriesgarla en un enfrentamiento con sus desconocidos acompañantes, o mediante la contingencia con una de aquellas patrullas policiales que, cautelosas o raudas, veía cruzarse en el camino. 
Por otra parte, ¿quiénes eran aquellos hombres que lo llevaban? ¿Cómo podría estar seguro de que no eran una partida de facinerosos y sí -según ellos mismos iban predicando- una organización revolucionarias guiada por los más nobles propósitos? Pero, en fin, ¿era el secuestro un método que podía conceder fiabilidad a un grupo alguno, por muy altruista que éste afirmase ser? Lo real era que lo habían privado de su finalidad por una vía tan alejada de la persuasión como sin duda lo es una pistola apuntando al pecho.
El campeón fue conducido al primer escondite planeado: un departamento en  El Vedado, barrio residencial que corre junto al litoral habaneros, cuyas edificaciones en su mayoría constituían las viviendas de la clase media alta de la ciudad. Allí, brevemente, Faustino Pérez le ofrecía disculpas y, con la delicadeza que le caracterizaba, le explicaría por que Cuba no es estaba "para fiestas".
Al día siguiente, en la calle Norte, número 42, en el Nuevo Vedado -zona aún más suntuosa y segundo refugio escogido por el M-26-7, Fangio departiría amablemente con sus captores, luego de haber consumido ya las horas más tensas.

La cara de la revolución

Primeras declaraciónes de Fangio tras la liberación.
Foto: Revista Todo es Historia.

Frente a frente se hallaban: un hombre de 47 años, que había alcanzado la fama gracias a una voluntad a toda aprueba, más una pericia innata para conducir coches de alta velocidad, y un par de jóvenes revolucionarios. El uno, Faustino Pérez, casi lánguido en su expresión, poseedor de aquella delicadeza ya mencionada, ser que en todo momento unía en sí la rara simbiosis de la modestia y la capacidad persuasiva por encima de cualquier rasgo autoritario; el otro, Marcelo Salado, fornido, campeón de caza submarina, joven que irradiaba vitalidad, entereza.
Acompañado por unos y otros revolucionarios, Faustino y Marcelo le detallarían con toda sinceridad a Fangio en que consistía el plan de su secuestro y cuales eran sus objetivos. Así se enteraría el argentino de importantes detalles y quedaría consciente de la seriedad con que se había reflexionado todo, amén de la notable cantidad de militantes de M-26-7 que se hallaban en acción, cumpliendo sus misiones en una y otra zona de la capital cubana. Había sido desplegado un máximo dispositivo encaminado no solo al secuestro en sí, sino también a garantizar la integridad física del piloto.
Durante toda una jornada de pláticas, Juan Manuel Fangio se convencería de que, al menos, se hallaba en buenas manos. Aquellos jóvenes llenos de sueños -que habían utilizado una manera poco plausible en éste caso- podrían o no tener razón, pero indudablemente estaban guiados por sentimientos transparentes, por razones históricas muy concretas y, resultasen o no vencedores en el futuro, predicaban una lucha desinteresada, únicamente a favor del bien de su patria.
 

Fidel Castro invitó a Juan Manuel Fangio a retornar a La Habana en 1981. En la foto departiendo con sus antiguos secuestradores. de 1958
Revista Domingo
 Uno de los aspectos del plan consistía en que Fangio, durante su permanencia con los revolucionarios, ofreciese una conferencia de prensa. Para llevar a vías de hecho ésta propuesta había sido encargado quien hoy en día es el novelista cubano de más sólida obra: Lisandro Otero, entonces joven intelectual y militante revolucionario.
Lisandro contactaría con Carlos Castañeda, periodista de la revista Bohemia, quien gozaba de excelentes relaciones con reporteros estadounidenses y muy espacialmente con Jay Tallin, enviado en Cuba del consorcio Time Life. Estos se encargaron de citar a la United Press y a la Asociated Press en el domicilio de Castañeda.
Sin embargo, esta parte del plan no se haría realidad. Lisandro Otero recibiría la orden de que fuese cancelada debido a un triste acontecimiento de última hora. Resultó que uno de los autos de carrera se había salido de la vía proyectándose contra la multitud, lo cual ocasionó seis muertos y treinta heridos. Inmediatamente se intensificó el patrullaje policial en busca de Fangio y podría ocurrir que los agentes de la dictadura, a causa de la impotencia, aumentaran la indiscriminada crueldad que prodigaban a la población en los últimos tiempos.
De esta manera se iniciaron las diligencias para la devolución del argentino. En ellas participarían e conocido periodista cubano Carlos Lechuga y el embajador de Argentina. Este recibiría a su famoso compatriota, de manos de los revolucionarios, al mediodía del 25 de febrero en un departamento de la calle 12, entre Tercera y  Malecón, en El Vedado, lugar seleccionado previamente por el diplomático argentino para tan delicada operación.
 
 

 
(c) 1999-2010 UTaC Team. Ultima actualización de ésta hoja: 26/03/2010
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