Los
Alfa Romeo 158 y 159, más conocidos como Alfetta, pasaron a la historia
por ser los primeros autos campeones del mundo de Fórmula 1 y por
la sucesión de victorias consecutivas (25) entre 1946 y 1951, récord
que jamás ha sido igualado.
Es un verdadero mérito
que los Alfetta, concebidos entre 1936 y 1937, hayan tenido una vigencia
técnica tan prolongada. Sin embargo, a pesar del reconocimiento
a la labor de los ingenieros de Alfa que desarrollaron el potencial de
la mecánica de litro y medio con compresor Roots, hay que situar
las cosas en su justa perspectiva histórica.
Tras
la contienda estos coches volvieron a pista sin la presencia de los poderosos
rivales alemanes Mercedes y Auto Unión, dominadores absolutos durante
la década de los treinta. Protegidos por un reglamento italiano
que establecía que los Grandes Premios nacionales se correrían
con coches de solo litro y medio de cilindrada (así quitaban protagonismo
a los germanos), los Alfa podrían haber escrito una historia diferente
de no estallar la guerra.
El origen del Alfa Romeo
158/59 está en la gestión del mítico Commendatore.
En 1937, Enzo Ferrari solicitó a la casa milanesa (para la que dirigía
el equipo de competición) la construcción de un vehículo
con un motor de litro y medio de cilindrada a dirigido a la competición.
Sin una confirmación expresa, los ingenieros comenzaron a trabajar
en la mecánica que debía moverlo. Sirvieron de punto de partida
los planos del 308C de Gran Premio, un V16 de tres litros.
Se utilizó una de las bancadas de este propulsor, conservando inclusive
sus cotas interiores y la disposición del sistema de distribución.
La denominación 158 del proyecto revelaba su origen: 15 por la cilindrada
de litro y medio y 8 por el número de cilindros.
A la vista de los progresos,
Alfa dio el visto bueno a la propuesta de Ferrari y a su financiación,
pero el diseño definitivo lo realizaría Giacchino Colombo
en las oficinas de Ferrari en Módena. En sus manos el motor alcanzaría
cifras de 250 CV por litro, que solo fueron superadas décadas más
tarde pro motores sobrealimentados. Otros colaboradores en el proyecto
fueron Alberto Massimino, Nasi y Giberti.
El chasis del 158
era tubular, la caja de cambio se situaba atrás, junto al diferencia,
y las suspensiones eran los brazos tirados delante y semiejes oscilantes
detrás, según el esquema habitual de la época, aunque
ya Uhlenhaut había introducido en el Mercedes W125 de 1937 suspensión
delantera independiente por paralelogramo deformable formado por trapecios
superpuestos y un eje De Dion atrás.
Alguno
de los cuatro primeros Alfetta se montaron en los talleres de Ferrari en
Módena, donde se disponía, además, de un banco dinamométrico
de potencia. En las pruebas iniciales el motor llegó a entregar
una potencia de 190 CV a 6.500 r.p.m. El 158 debutó en el circuito
de Leghorn, en las afueras de Trípoli (en lo que hoy es Libia),
el 31 de Julio de 1938, ganando su categoría. Pero en las carreras
de Pescara y Módena surgieron averías que obligaron a todos
los coches del equipo a abandonar.
De cara a 1939 se efectuaron
modificaciones importantes: una de las principales, el soporte del cigüeñal,
que pasó a girar sobre rodamientos de bolas. Con ello aumentaban
el régimen máximo de giro y la cifra de potencia registrada
por el dinamómetro: 225 CV a 7.500 r.p.m.
Después de ser derrotados en Trípoli por el W 165 alemán,
los Alfetta ganaron la Copa Acerbo, el GP de Suiza y la Copa Ciano. Los
progresos técnicos eran evidentes: Luigi Villoresi fue tercero en
Trípoli en 1939, a un promedio de 185;517 km/h. Un año más
tarde Farina ganaba a un promedio de 197;746 km/h... y luego la guerra.
Tras el parón bélico,
en 1948 se inició el trienio de los grandes avances de Alfa., con
el ingeniero Giuseppe Busso al frente del departamento técnico.
Comenzaron a emplearse mayores presiones en la sobrealimentación
merced al uso de un compresor de dos etapas (similar al utilizado por Auto
Unión y Mercedes Benz en 1939) y se logró un rendimiento
que llegó hasta los 310 CV en 1948. Tal
incremento de potencia también trajo consigo un aumento de la velocidad,
comparables a las de las monstruosas máquinas de preguerra. Sin
embargo, los rumores acerca del desarrollo alcanzado den los nuevos Ferrari
y Maserati, movieron a la prudencia a los directivos de Alfa y decidieron
dejar las carreras al término del 48. Contra todo pronóstico,
durante la temporada de 1949 ni los Ferrari 125 a compresor ni los Maserati
4CLT demostraron tanto como se pensó a priori. En Milán se
planteó la idea inicial y se llegó a la conclusión
que, convenientemente afinados, los Alfetta seguían siendo válidos.
Los técnicos se enfrascaron
en una labor contrarreloj. El régimen de giro subió a 8.500
r.p.m., se mejoraron los conductos de admisión, se perfeccionaron
los compresores y se consiguieron 350 CV.
También
hubo otras modificaciones menores sin cambiar sin embargo la estructura
principal. En cuanto a los pilotos, se contrató a Giusseppe Farina
como primer piloto, y la revelación de 1949 en Europa, Juan Manuel
Fangio, firmó un contrato en blanco. El tercer conductor sería
el veteranísimo Luigi Fagioli y todavía habría otras
máquinas para conductores privados.
Aurelio Lampredi, diseñador
de Ferrari, se encargó de crear un coche con motor atmosférico
de dos litros (Fórmula 2) y un chasis ligero, capaz asimismo de
acoger el inminente V12 atmosférico que evolucionaría desde
3.3 a 4.5 litros. El primero de estos autos fue el Ferrari 375 y debía
de ser el arma definitiva anti-Alfa. El resto de los rivales como Maserati
y Talbot no resultaban competitivos.
El
certamen de 1950 fue un monologo de los Alfetta: seis victorias en Grandes
Premios europeos y la corona que acreditaba a Farina como campeón
de conductores. Aún con todo, en Monza se confirmó la amenaza
Ferrari. Su motor de 4.5 litros ya entregaba 330 CV a 7.000 r.p.m. y a
sus mandos, Ascari se codeó con Farina durante los compases iniciales
de la carrera, alcanzando las mismas velocidades máximas.
Durante la temporada siguiente,
pese a que el tipo 159 se reveló más potente y equilibrado,
los avances de los Ferrari pusieron verdadera pimienta al Campeonato. Lampredi
estaba convencido de que su motor V12 llegaría a ser más
fiable y menos sediento que los Alfa (obligados a usar alcohol para refrigerar
los pistones), con lo que tendrían ventajas de peso y de tiempo
en los repostajes.
En el GP de Inglaterra disputado
en Silverstone el 14 de Julio de 1951, Federico Giberti y el jefe de mecánicos
de Ferrari, Stefano Meazza, se valieron de una inteligente estrategia para
asegurar la victoria del Ferrari 375 atmosférico. En aquellos años,
en los repostajes, las bombas para abastecer combustible trabajaban a presión
(como hoy día). Ferrari decidió poner la gasolina justa,
cuando la costumbre era llenar casi todo el depósito, y utilizar
contra corriente un gran embudo que aceleró el llenado. Froilán
González con un brillante pilotaje puso su parte, y consiguió
la victoria en Silverstone. A partir de entonces las dos marcas italianas
se alternaron los éxitos. Ambas llegarían con tres victorias
cada una a la carrera decisiva a celebrarse en el circuito español
de Pedralbes. Ferrari conocía el trazado barcelonés. Alfa
no; pero de poco le valió la experiencia, porque tomaron las decisiones
incorrectas para afrontar la carrera: eligieron llantas de 16 pulgadas
mientras Alfa optaba por unas de 18 pulgadas en el eje trasero. La larga
recta, de casi dos kilómetros de longitud, provocó una desintegración
en las bandas de rodadura de los neumáticos de los coches de Módena.
Ese fue el último
certamen ganado por los Alfetta y su canto de cisne. La Federación
Internacional del Automovilismo había decretado que el campeonato
del mundo en 1952 y 1953 estaría reservado para coches de la Fórmula
2.
Sin un modelo adecuado para
afrontar con garantía esa categoría y tras haber conseguido
su objetivo de popularizar la marca, la dirección de Alfa decidió
retirarse. Desde entonces los Alfetta 158/159 descansan en el museo de
la marca en Milán.
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