Visite ''Un tributo al chueco...''
     
Museo, Nivel 3
 La Epopeya  
 Fotografia
Una puesta sobre la Caracas/Buenos Aires
 
 
 
Esta visita fue realizada el 09/12/2000. Por razones de espacio, la fundacion se ve en la obligacion de "rotar" el material exibido dentro del museo, pudiendo no ser el mismo en vuestra proxima visita a Balcarce.  
 
 Fotografia
Adelante Domingo Marimon, detras Eusebio Marcilla con Chevrolet '46
 
 Fotografia
Domingo Marimon ganando el GP America del sur.
 
 
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 1948 Gran Premio América del Sur
 
 Reseña Historica
 
Nota:La dignidad cumple 50 años
Diario:La Nacion, sección Deportes
Fecha de publicación: 21/10/1998 
Autor:Alfredo Parga
 
La Buenos Aires-Caracas 
La dignidad cumple 50 años 
Por Alfredo Parga

Fueron catorce días inolvidables de una carrera que se recordará por siempre.

Ni la París-Madrid de la sangre desordenada por caminos atormentados de la primera velocidad, ni la París-Pekin de la fantasía (piedras macizas del automovilismo mundial para elaborar la anécdota histórica) pueden igualar a "la Caracas". 
Porque la París-Madrid, a favor de la sorpresa por la aparición del automóvil por el mundo, se estructuraba con la improvisación de una elite que sabía que ese automóvil conquistaría el mundo. Porque la París-Pekín no dejaba de ser un sueño almibarado de clases sociales que en una madrugada desvelada junto al Sena habían pensado que ésta podía ser una formidable excusa para que los hombres olvidaran el momento, sus odios. Y se equivocaban haciendo una carrera que, en cambio, agregaba polémicas al desencuentro. 
"La Caracas", en cambio, fue una epopeya monumental que permanece intacta en la memoria de los pueblos por los que anduvo hace medio siglo. Y desde entonces, el polvo que levantaron las 138 máquinas que se echaban al camino aparece renovado para hacerle marco a un recuerdo que no se ha vuelto amarillo. Aun con la carga de medio siglo encima. 
Es que "la Caracas" -la primera parte del Gran Premio de la América del Sur-, como transgresora de la memoria, desde el primer tiempo colocó en un cono de sombra su propio regreso, haciendo que la Lima-Buenos Aires de la revancha (para muchos), quedara casi en penumbras. Con cinco episodios refulgentes como joyas de luces opacas. Como si "la Caracas" corriera sin fin, desde el Sur y para siempre...

Fue una controvertida convocatoria que iluminó el entusiasmo de la gente durante 90 días de febriles preparativos. Y que desde el 20 de octubre se prolongó hasta el 8 de noviembre, combinando 14 días contra el reloj, por el camino y otros seis, contra el mismo reloj, en los talleres, para inaugurar una ruta por la que nunca podría volver a caminar otra cosa más que una memoria que sólo quiere nombrar. 
"La Caracas" le mostró al continente su realidad. Le contó que sus caminos eran primitivos. Que los recursos de la técnica todavía se ocultaban entre las brumas del conocimiento nuevo. Y de aquellos días se recuerda un periodismo pedagógico procurando enseñar la forma y manera de preparar los autos para correr. Y en forma ejemplar creaba un banco envuelto en papel de diario viajando en avión, una etapa tras otra, llevando el dinero de los que corrían... 
Pero exigía un costoso peaje. Tres espectadores imprudentes perdían la vida. Y caían algunos de sus protagonistas. Camargo siempre será una palabra maldita para Chacabuco, porque en un precipicio sin fin quedarían sus hijos Elguea y Román. En el suelo peruano de Chicama, cuando el día no se decidía a nacer, se tumbaba el Chevrolet rojo de Fangio. Y, paradójicamente, en el mismo momento en que se desplomaba la figura de un mecánico noble -Daniel Urrutia- se erguía en símbolo de la caballerosidad deportiva. La de Eusebio Marcilla que nunca disimularía ni su orientación política ni su condición de hombre de bien en la doble y sacrificada demanda. 

"La Caracas" vendría a ser, en su remate, el calvario del Ford número 3, el de Oscar Gálvez, al que no le alcanzaría la victoria en 7 de los 14 episodios porque al ayudar a su hermano Juan, dañaba el diferencial propio. Y "el coche frío" que entraba en Caracas no podía ganar con ayuda ajena. Porque la carrera -de ida- terminaba en Caracas y Oscar se había quedado sin auto en Los Guayos, a más de 300 kilómetros de la última bandera. (En el regreso desde Lima, perdería la vida Héctor Suppici Sedes, como si el dolor debiera seguir. Como siguen las mareas. Y las nuevas lunas. Y la vida.) 
Con "la Caracas", muchos de nosotros aprendimos historia, geografía, el valor de la distancia, las costumbres de otros pueblos... Fundamentalmente, "la Caracas" fue una formidable lección de vida, hecha por hombres inquebrantables a bordo de automóviles indestructibles, en una entrega total. 
Puede ser por eso -y por mucho más- que "la Caracas" haya derrotado al tiempo. (Entre ese mucho más, debe de estar alojada en un oscuro rincón, humilde, casi aterida, la dignidad.) 

Por Alfredo Parga Especial para La Nación 
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